A pesar de todo lo que trae la vida, sea bueno o malo, o como dicen otros, "más malo que bueno"... considero que estoy llevando una vida feliz. Creo que las cosas buenas duran mientras creas en ellas.

Me siento llena de alegría, sin exagerar, me siento tranquila, agradecida, motivada, como que de pronto me da tanta satisfacción saber que me "importa nada" lo que muchos piensen, aunque literalmente sabemos, sé bien, que lo dicho por otras personas de un modo u otro siempre cala en nosotros, aunque en un principios hagamos caso omiso, el ser humano es un ser pensante, que aunque pretenda ignorar todo lo que sucede a su alrededor le es imposible, ya que percibe de una u otra manera y ese percibir lo lleva a imaginar y aquí lo encontramos pensando.

Pero bueno, hoy no quiero mayor análisis, hoy quiero, como antes lo he hecho, plasmar mi felicidad. Me entretiene escribir y más aún si disfruto el relato.

Comenzaré por decir que es una experiencia, una sensación tan agradable saberse querida "de otra forma" por alguien. No soy una persona a la cual le sea difícil sonreír, es más, sonrío fácilmente y desde que estás a mi lado, la sonrisa no desaparece de mi rostro. Me basta con recordarte, o simplemente escuchar tu nombre y en mi cabeza nace un nuevo mundo, uno que me llama a ser feliz, a vivir sin mayores prejuicios y me gusta. Se ven las cosas tan simples, y aunque sé que la vida no es así, me sirve para darle otra mirada, sacar nuevas conclusiones para ayudarme en el diario vivir.

Entonces, hago un llamado a la pequeña encerrada dentro de mi, aquella a la que le gusta ser feliz, aquella que disfruta de las cosas simples, la que se deja querer y quiere mucho a todos quienes la rodean, un llamado para que salga a jugar y juegue todo lo que quiera, hasta la hora que ella quiera, o bien, hasta que el sol se oculte... que no se preocupe, que la están cuidando.