
Es gracioso -pensó-, lo es porque él no puede estar más en lo cierto y cuando lo veo, todo parece ser súper simple -sonrió para si, discretamente-, pero también es cierto que no confío en mi.
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Y cayó en la cuenta de que quizás ella siempre fue lo que odió de verdad.
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Ruido.
– ¿Quién está ahí? –preguntó en dirección al lugar de donde provenía el sonido, entonces una diminuta, ágil y oscura figura salió rápidamente de uno de los arbusto circundantes al lago– ¡¡Espera!! – exclamó al momento que se ponía de pie. Lo halló por fin y no lo perdería ahora así que salió tras él en dirección al hotel ubicado cerca de ahí. Corrió con todas sus fuerza, levantando un poco la falda de su vestido para que no le estorbara mientras corría, pero el felino era mucho más rápido y lo perdió de vista pasados unos segundos. Tan preocupada estaba de alcanzar al felino que no notó que el cielo se había nublado, sólo cuando unas tímidas gotas acariciaron su rostro levantó la mirada y notó los agresivos nubarrones. Sonrió, la lluvia le encantaba, pero ya habría tiempo de disfrutarla, debía recuperar al felino. Ya casi llegaba al hotel cuando la lluvia se hizo más intensa. No vio entrar al gato ahí, peor algo la llevó a entrar al lugar. Abrió la puerta del hotel, una vez dentro sacudió su cabeza un poco. Miró el pasillo, las distintas puertas, el suelo con esa suave alfombra roja, todo lucía como siempre y ni rastros del gato. Observó la puerta a su derecha. Era ahí en dónde el chico de cabello azul solía practicar con el piano. Era ahí en donde solían verse. Posó su mano sobre el pomo de la puerta justo cuando iba a girarla esas molestas sensaciones la detuvieron. Comenzó a llorar de modo inexplicable y tuvo miedo de abrir la puerta. Quería ver lo que había al otro lado de ella, ¿sería él? Pero algo andaba mal, comenzó a temblar desesperándose un poco. Detestaba perder el control sobre sí misma, se sentía muy insegura cuando eso sucedía.
– D-debo…cal….calmarme –se dijo con dificultad– de…debo recuperarlo –limpió su rostro con sus temblorosas manos y se puso de pie con algo de esfuerzo, apoyándose en los muros. Se tomó su tiempo para recobrar la calma y cuando ya se halló mejor giró lentamente el pomo de la puerta, la cual se abrió lentamente. Cerró la puerta tras ella y ahí lo vio. Sentado frente al piano como siempre había sido. Una sonrisa se escapó de sus labios al ver al peli-azul, quien también sonreía absorto en su música, sonreía plácidamente. Se detiene lentamente tocando una última nota y girando levemente su rostro hacia ella, perdiéndose en su mirada sin dejar de sonreír, extendiese su mano invitándola a acercarse a él– te había estado esperando –resonó esa frase en la cabeza de la chica, sin que los labios del peli-azul se moviesen en lo mas mínimo–. Pensé que llegarías más aprisa –seguido de esto una leve risa se escucho, aun con su mano extendida esperando que ella se acercase. La castaña sonrío un poco más aunque se hallaba desconcertada ¿por qué lo escuchaba de ese modo? Como si le hablara desde el interior de su cabeza, olvidó lo que buscaba y se acercó a él. Sus manos se encontraron y notó la calidez del peli-azul en contraste con su frialdad, – quizá por la lluvia… –presionó con suavidad la mano de él ¿qué sucedía?, esas extrañas sensaciones nuevamente se hacían presentes– ¿por qué ahora…? Estoy junto a él… –no lo entendía. El peli-azul se levanto de su asiento frente al piano y la guio al centro de la sala, sin soltar su mano y tomándola con la otra por la cintura la acerco a él y comenzó a bailar al compas de la suave melodía que comenzó a sonar al momento en que él inició su baile junto a ella–. ¿Recuerdas esta canción? –decía sin mover un labio mientras bailaba junto a ella sin dejar de sonreír– extrañaba tenerte así, a mi lado... no podía irme sin bailar una última pieza... ¿no? –¿Qué si la recordaba? Por supuesto que lo hacía.
– Claro que la recuerdo –dijo sonriendo sin lograr salir por completo de sus desconcierto. Era una de las melodías significativas para ella pero ¿cuál no lo era? Cada momento con él era especial, cada momento junto a él era único. Sintió su mano sobre su cintura. Ella puso su mano libre sobre su hombro y se dejó llevar por la melodía, pero ¿qué decía? ¿Última pieza…?– ¿Piensas hacer algún viaje? –preguntó con suma ingenuidad. Él cerró los ojos suavemente y siguió el baile suavemente guiado por la melodía– no es que hubiese deseado hacerlo –juntó su frente con la de ella suavemente sin abrir sus ojos en lo más mínimo– lamento haberlo hecho así... no pude... –le acarició suavemente la mejilla abriendo los ojos lentamente– no supe cómo decir todo lo que quería... ¿me perdonaras algún día...? –No lo entendía ¿de qué hablaba? ¿Acaso no estaba ahí con ella?
– ¿Pero qué dices…? No tengo nada que perdonarte… –respondió con suavidad disfrutando las caricias de él cerrando sus ojos lentamente–. ¿Por qué dices esas cosas…? –El peli-azul la apegó más a él y la apoyó en su hombro acariciando su cabello y nuca con suavidad, cerró nuevamente sus ojos y dejó caer algunas lágrimas impidiendo que ella las viera, sin dejar de bailar, apuntando su cabeza al techo–. Respóndeme... ¿lo harás...? –Estaba confundida– ¿qué sería tan grave como para no poder perdonarlo?... –ahora mismo ni siquiera estaba molesta con él, todo lo contrario, se sentía mucho mejor en comparación a como se hallaba cuando llegó al hotel. Seguían moviéndose al ritmo de la música, no dejaban de danzar ni un momento.
– ¿Cómo esperas que lo sepa?... ni siquiera sé de qué hablas… –soltó con algo de temor, quiso mirarlo a los ojos, quizá ellos tuvieran la respuesta, pero no lo hizo, decidió aguardar un poco más… él siempre había sido honesto con ella, no tenía por qué ser diferente ahora. Esperaría–. Pero… no podría no perdonarte… eres todo para mi… supongo que lo sabes… –sonrió levemente al escuchar tan tiernas palabras– lo sé... pero...–titubeó un poco deteniendo el baile con ella, bajó su cabeza y la apoyó en el hombro de ella sin soltar su mano– si me sucediese algo... solo te pido una cosa....–levanta el rostro de su hombro y la mira a los ojos con algunas lágrimas en los de él. Acarició su mejilla con ternura y trató de sonreír pese a su apenado rostro–...no me olvides...–Lo observó impresionada, de pié frente a él–. ¿Llo… lloraba…? ¿Olvidarlo…? –no recordaba haberlo visto llorar jamás, era ella quien siempre lo hacía. Sintió nuevamente ese fuerte nudo en la garganta. Sus labios temblaban ligeramente y no era capaz de pronunciar algo. Su mente se hallaba en blanco, sólo supo presionar suavemente la mano de él que aún sostenía. De forma involuntaria las lágrimas asomaron por sus ojos, no le gustaba verlo así–. ¿Acaso será mi culpa…? –mantuvo silencio por unos minutos, que parecieron eternos, pero no debía ser así… él quería una respuesta y ella debía dársela, aunque él tampoco había sido muy claro ahora…
– Jamás… jamás podría… olvidarme de ti… eso… eso no es posible… –dijo con dificultad presionando un poco más la mano de él, quién le devolvió el apretón y la besó suavemente sin que dejaran de caer lágrimas desde sus ojos– no quiero preocuparte... lamento haberte hecho...tan infeliz.... –extrañamente sonaron estas palabras en la cabeza de ella mientras él la siguió besando–. ...me gustaría... que esto nunca acabara... –dice dejando de besarla ya sin lágrimas que rodaran por sus mejillas. Acarició su húmedo cabello y lo acomodó tras su oreja, como solía hacerlo. Qué extraña sensación, le dio la impresión que hace semanas no le besaba. Le devolvió una ingenua sonrisa tratando de frenar sus propias lágrimas.
– No… no te disculpes por cosas que no son… –dijo acariciando dulcemente el rostro de él– me haces muy feliz –amplió un poco más su sonrisa. Vaya tonterías que decía, pero en verdad parecía afligido por esas cosas– esto… esto no tiene por qué acabar… – él negó suavemente con su cabeza alejándose un poco y bajando la mirada apenado, soltando la mano de ella y dando algunos pasos hacia atrás– ya ha acabado... por mi culpa...todo ha acabado...–presionó fuertemente su puño a un lado hiriendo su propia mano y dejando caer algunas gotas de sangre de negro color que antes de tocar el suelo se deshacían en el aire– si hubiese sido...un poco menos terco –comienzó a llorar de nuevo dejando caer algunas lágrimas al suelo que tenían el mismo efecto que la sangre al deshacerse– si solo...hubiese pensado más en ti... en lo que pasarías... tal vez...no hubiese sido el mejor futuro...pero...no habrías tenido que afrontarlo sola... –el joven peli-azul cae al suelo dando algunos golpes a él, dañándose más aún, descontrolado y con ira, como si estuviese gritando con rabia, pero sin que de sus labios saliese algún sonido.
No lograba entenderlo. Lo miró ahí en el suelo frente a ella, reducido… como nunca antes lo había visto– ¿Qué sucede…? –vio la peculiar sangre y su temor fue en aumento, al igual que su presión en el pecho. No le gustaba ver cómo se hacía daño–. Ya lo presencié una vez… y con eso fue suficiente… –se acercó a él lentamente. Tomó sus manos con delicadeza, con ternura, con amor, pero algo se rompió dentro de ella. Si existía algún tipo de seguridad en su interior acababa de desvanecerse. Comprendió que él sufría y le disgustaba estar ahí sin lograr comprenderlo, al menos nos conscientemente. Su cuerpo reaccionaba de un modo distinto, como si tuviera una información de la cual ella carecía, las lágrimas se asomaban en sus ojos contra su voluntad, le costaba respirar ¿sólo porque él sufría? O… ¿había algo más? Estaba desesperada, asustada, le partía el corazón verlo así ¿cómo podía ayudarlo? Al menos logró que dejara de dar golpes y con su vestido limpió sus heridas. Le obligó a verla a los ojos con una delicadeza que hacía que el gesto más que una orden fuera un ruego. Vio sus ojos, trato de descifrar lo que ellos escondían y que él no era capaz de expresar de un modo directo. Lloró junto a él pero trató de sonreír, sus labios temblaban. Se acercó con timidez, casi como si temiera ser castigada por ello. Y lo besó suavemente–. Estoy contigo… no te dejaré solo jamás… –¿llegarían sus palabras a él tal como las suyas llegaban a ella? Y llegaron… cuando lo hicieron él lloró con más fuerza abrazándola a él lo más fuerte que pudo–lo siento....lo siento...lo siento...–se repetían una y otra vez estas palabras en la cabeza de ella mientras desconsolado lloraba el peli-azul sin soltarla.
Se aferró a él. ¿Qué podía hacer? Todo en él sufría enormemente. Tenía mucho miedo, pero ser presa de él no resolvería nada. Lo leyó alguna vez en un libro en ese mismo hotel. Trató de calmar su mente. Analizar lo que tenía, algo que hubiera pasado por alto quizá. Hablaba como si ya no estuviera con ella, sin embargo estaba ahí, ella podía tocarlo, lo pudo besar, limpió sus heridas… ¿cómo podría no estar ahí? Besó su mejilla de manera suave pero duradera. Era real. Estaba segura, de pronto un fuerte dolor en el pecho la obligó a separarse de él. Se llevó ambas manos al pecho y ahogó un pequeño grito quedando acurrucada en el suelo. Le dolía la cabeza, pero el dolor en el pecho era más intenso. Intentó incorporarse, debía saber qué le sucedía a él, pero no pudo, cerro sus ojos fuertemente, era un dolor insoportable. Respiraba con dificultad cuando una voz distinta a cualquiera que hubiera escuchado sonó dentro de su cabeza– date cuenta… –gimió levemente y sujetó al peli-azul con fuerza de la manga de su camisa. Temía desvanecerse. Él la miró algo apenado sin que las lágrimas dejaran de salir de sus ojos, forzando una sonrisa y calmando su rostro, acariciando su mejilla y mirándola ahora, nuevamente sonriente y esta vez pudiendo formar las palabras desde su propia boca, no como eco en la cabeza de la joven– ...Sabes... solo hay una cosa...que no quiero que olvides....te amo....te amo como a nadie más....–le besó suavemente la frente, intentando no quebrarse frente a ella, tratando de despedirse con una sonrisa, como a ella le hubiese gustado verle– y recuerda...te estaré esperando....fue...agradable verte...me hubiese gustado....oír esa canción...aún vivo...
“Vivo" aquella palabra la atravesó, la atacó y la dejó sin nada. Lo recordó todo. Trató de incorporarse con todas sus fuerzas, era una dura tarea. Rompió a llorar fuertemente, aunque aún no asimilaba los hechos por completo. Se aferró a las ropas de él para intentar quedar a su altura nuevamente. Lo abrazó con fuerza mientras seguía llorando– no puede ser cierto… ¿qué era todo esto…? Él era real… estaba con ella, no era posible que se hubiera ido… –se separó de él lo suficiente como para poder verlo directamente a los ojos. Ellos no mentían, nunca lo habían hecho– en… entonces… –en un instante se oyó todo dentro de su cabeza. Ahora las palabras de él… esa distancia de la que hablaba… tenía sentido… pero no quería asumirlo. ¿Qué era todo esto entonces?... si él ya no estaba con ella… ¿Qué era esto? Apoyó su cabeza sobre el pecho de él.
– No es cierto… no puedes… no puedes haberte ido –pronunció deseando con todo su ser que fuera así– tu no… –lloró con amargura esperando a que él le dijera algo. Él cerró los ojos junto a ella abrazando su cabeza en su pecho y llorando con ella, sin palabras que pudiese decir ni articular, no tenia excusa alguna. Sólo podía disfrutar, de ese efímero momento en que ambos pudieron verse nuevamente en contra de lo imposible que aquello pudiese ser.
Su modo de actuar fue la mejor respuesta–. Si él ya no estaba con ella ¿qué era todo esto…? ¿Un… un sueño…? –siguió aferrada a él, no quería soltarlo. Quizá si se mantenía junto a él de ese modo podría evitar que se marchara.
– Te amo… te amo mucho… –cerró sus puños con más fuerza sobre su ropa– qu…quédate aquí… sólo….sólo un poco más… por favor… esto no tiene que acabar ahora… por favor –le rogó sin dejar de llorar. Él intentó hablarle pero era inútil, las palabras ya ni siquiera resonaban en su cabeza. La forma de romper un sueño...es darse cuenta que te encuentras en uno, por mucho que desees que el mismo no acabe. La tomó frente a él tratando que leyese sus labios... no importó cuanto lo intento nada lograba, resignado suspiro y sonrió una última vez para ella diciendo con sus labios " Te estaré esperando"...
“Te estaré esperando…” ¿eso fue lo que oyó? No estaba segura ¿Lo imaginó…? Se negaba a soltarlo, pero él parecía ya dispuesto. Vio su sonrisa, pero no fue capaz de devolverla. No se atrevía a apartar la mirada de él, temía que fuera la última vez que lo viera–. ¿Podrían volverse a ver algún día? –Tenía miedo de oír la respuesta. Se acercó a él tratando de controlarse, mas le fue imposible, pero no se detuvo a pesar de estar alterada. Tomó sus mejillas con suavidad y besó sus labios suavemente y por un largo tiempo. Sonriente, el peli-azul siguió su suave y tierno beso, dejando escapar algunas lágrimas que se unían a las de ella cayendo al frio suelo de la habitación, lentamente la rodeo con sus brazos mientras ella comenzaba a deshacerse, él se quedaría allí, esperando por la llegada de su amada. La vio tiernamente a los ojos articulando unas últimas palabras con sus labios al dejar de besarla y ver que ya se alejaba de él–Hasta pronto mi Viridian –Raras veces la llamaba por su nombre, al menos no mientras estaban solos. Dejó escapar una sonrisa. Sentía que se desvanecía y cada vez estaba más lejos de él. Estiró su mano en dirección al peli-azul. Él lo dijo… no era un adiós, sino un “hasta pronto”. Limpió su rostro.
– Hasta pronto… mi Makoto… –se desvaneció por completo.
Vacío.
La castaña despertó en el sillón de su vivienda. Aún se aferraba con fuerza al pequeño gato de peluche. Lo observó por un momento para luego comprobar que tenía su rostro empapado en lágrimas. Un sueño. Fragmentos aparecieron en su cabeza. Él… había desaparecido…
“hasta pronto”
Comenzó a llorar con amargura nuevamente. Pasaron un par de horas, pero no importaba. Se sentía algo débil, quizá producto de la pérdida de agua. Se dirigió con cuidado al armario de su vivienda y sacó algunas botellas de agua. Se limpió el rostro lentamente con las mangas de su traje, luego bebió agua de una de las botellas lentamente. Logró calmar su respiración y fijó su vista en el pequeño peluche a su lado. Lo tomó con cuidado.
– Gracias por todo… siento haberlo arruinado –sabía que ese peluche no era él. Aquel era el suyo, no tenía nada que ver con el “alegre” o el “serio”, pero le gustaba proyectarlo ahí. Era mejor que hablar al aire…– no dejaré que tu muerte quede así… haré que todos los responsables paguen por ello, lo prometo… todo es por ti… –dijo en tono lúgubre– ya verás… –se acomodó en el sillón, recostándose y dejó al peluche sobre su pecho para poder observarlo–. Voy a desenmascararlos… –suspiró algo cansada– si no resulta… yo misma haré que paguen por todo lo que hicieron… –besó el pequeño gato en la nariz– y cuando todo acabe… volveremos a vernos…
PD: les subí todo de golpe porque si c: a ver si les gusta. Los diálogos en azul fueron gentileza de Bakuh que me ayudó c: y eso.
A ver si algún día les dejo leer a Viridian c:
(...)
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– Espero que hayas hecho caso a las palabras que te dije… –soltó la mujer tratando de captar su atención. Fue un comentario innecesario, ella ya sabía la respuesta. La castaña fijó su mirada en ella de golpe y asintió repetidas veces.
– Claro…claro… no hice nada de eso –dijo torpemente sonrojándose un poco– no quiero… –se interrumpió de golpe y miró a la mujer algo preocupada– ¿Cómo está ella?... t-tu pequeña… ¿e-está bien…? –aguardó por una respuesta.
La mujer frente a ella suspiró.
– La más pequeña está bien –sonrió levemente contra su voluntad– pero la otra…
– ¿No fue atrapada junto a ti…? –La mujer negó lentamente con la cabeza– entonces ¿está bien…? Quiero decir… ¿v-viva…?
– No lo sé –mintió– estaba enferma… quizá siga ahí… –desvió la mirada un poco.
– Seguro que está bien –dijo tratando de animarla– si no fuera así… ya estaría contigo…
– Es un lugar muy amplio –dijo para despistarle. Sabía que si le confirmaba lo que quería saber la castaña trataría de hallar a su hija para ayudarla y por ahora eso debía evitarse. Era muy peligroso que fuera por ella–. Quizá simplemente no nos hemos encontrado aún… –soltó sonriendo con cierta resignación.
– Uhm… ya veo… –se encogió de hombros– si sé algo de ella… trataré de ayudarla –sonrió, era una promesa.
– No has cambiado en lo más mínimo –dijo la mujer sonriendo– sólo… ten cuidado… – La castaña asintió sonriendo un poco. Claro que lo tendría, siempre había sido así, era muy cuidadosa con cada cosa que hacía. Por eso había logrado mantenerse por tanto tiempo. La mujer sonrió un poco más ante el gesto de la castaña y luego se levantó lentamente sin quitarle la mirada de encima– tienes que ser fuerte… las cosas han de complicarse bastante, pero si eres fuerte lograrás sobreponerte a todo –dijo cogiendo una gema azul, como las que ella misma solía utilizar, comprendió entonces que su amiga se marcharía. Luego le dirigió una significativa mirada al pequeño gato de peluche que la castaña no comprendió.
– ¡¡E-espera!! –Exclamó– ¿Q-qué quisiste dec… –su réplica se vio interrumpida por el repentino movimiento del gato que se zafó del abrazo sin problemas. Ella contempló atónita al felino – ¿pero cómo…? – vio como éste se alejaba sin siquiera mirar atrás, no podía permitirlo, no sabía por qué, pero debía mantenerlo junto a ella. Se levantó rápidamente mirando alternadamente al gato y a la mujer– yo…
– No te preocupes… haz lo que debas… espero nos veamos pronto –dijo su amiga y sonrió un poco sin darle tiempo de responder utilizó la gema creando un portal por el cual desapareció. La castaña volvió la mirada hacia el lugar por el que el felino había huido pero ya no lograba verlo. Sintió que su pecho se oprimía y que en su garganta se formaba un nudo– ¿por qué…? –Rápidamente echó a correr buscando con la mirada–. Lo he perdido… –quiso llamarlo, pero desconocía su nombre. Se detuvo de pronto y miró alrededor, ¿cómo saldría de ahí? La puerta había desaparecido. El nudo en su garganta se hizo insoportable, instintivamente cubrió su rostro y las lágrimas comenzaron a salir. No le gustaba lo que sentía. Trató de detenerlo, pero no pudo en primera instancia. Respiró hondo cerrando sus ojos con suavidad–. Saldré de aquí… –oyó el golpe seco de una puerta al cerrarse y cuando abrió sus ojos comprobó, con alivio, que estaba de vuelta en aquella circular habitación. Sonrió levemente limpiando su rostro, el nudo en su garganta aún no desaparecía, pero al menos ya era más llevadero. Se fijó bien en la puerta frente a ella, ya no lucía igual. Ahora lucía completamente gastada, frágil, como si los años la hubieran desgastado. Pero ¿qué importaba eso ahora? Debía recuperar su gato. Se giró y contempló las tres puertas. Primero ingresó por la puerta frente a ella, luego salió por la misma que ahora ofrecía ese gastado aspecto. Optó por toma la puerta a la derecha de esa. Apareció frente a un pequeño lago. Uno de sus lugares favoritos en Carnivale. El lugar lo conocía a la perfección, era un pequeño refugio que compartía con el chico de cabello azul en algunas ocasiones, pero él no estaba por ahí en aquel momento. Nuevamente la presión en el pecho y el nudo en la garganta se intensificaron, conforme avanzaba hacia el lago, se detuvo por un momento, temía perder el control de sí misma y no recuperar lo que buscaba. Quiso llamar al chico de cabello azul pero su voz no logró salir de su boca. Tratando de conservar la calma se sentó sobre la hierba sin quitar la vista del lago, esas estancadas y tranquilas aguas la hipnotizaban. Se identificaba con ellas. Si pudiera dejar de ser lo que era, seguramente sería como aquel lago. Respiraba con cierta dificultad, era una sensación muy molesta así que hizo lo posible por ignorarla.
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– Tiempo sin verte, Jefa de Sanidad –se giró rápidamente, perdió el equilibrio pero evitó caer, para comprobar la identidad de la persona que le hablaba. Entonces la vio y su corazón se aceleró de golpe. No pudo evitar sonreír complacida. Era ella, su amiga ilegal, tal como la recordaba desde la última vez que la vio, con su incoloro cabello que hacía juego con sus ropas. Su imponente presencia, que le provocaba una enorme seguridad, esa media sonrisa que reflejaba lo duro que había sido todo para ella. Sintió deseos de abrazarla, – ¿sería correcto? – se sintió extraña, pero estaba demasiado feliz de verla, había tantas cosas que quería decirle, unas cuantas más que preguntarle. Se acercó un poco más a ella y la mujer sonrió mirándola con cierto afecto– Me gusta tu nueva ropa –le dijo recorriendo a la castaña con la mirada, a su vez la sacerdotisa se recorrió con la mirada y le devolvió una sonrisa.
El ambiente era muy agradable, pero la castaña sentía algo extraño en su pecho, como si algo le faltara, pero ¿qué?, inconscientemente se llevó la mano al pecho sin soltar por un momento al gato de peluche. La mujer frente a ella la observó detenidamente y suspiró, de modo imperceptible para la castaña. Sabía lo que le sucedía, pero decidió no decir nada, lo mejor sería que ella misma lo notara. De pronto la castaña miró a la mujer sonriendo nuevamente y se sentó sobre la hierba frente a ella invitándola a hacer lo mismo. La mujer le devolvió la mirada y tomó lugar frente a la castaña.
– Llevaba mucho tiempo sin verte –soltó de golpe la sacerdotisa–. Luces… distinta… pero no del todo… –dijo con timidez– Al fin te reencontraste con él ¿no? –sonrió abrazando un poco más al pequeño gato.
– Así es… –dijo la mujer sonriendo de lado– luego de muchos años… por fin estoy junto a él…
– Me alegro tanto por ti –dijo sonriendo ampliamente–…algo bueno debía de ocurrir para ti luego de todo eso –dijo encogiéndose de hombros y perdiendo su mirada a la distancia.
– Te noto distraída –le dijo su interlocutora. La castaña sacudió su cabeza y miró a la mujer.
– Lo siento… no sé qué sucede realmente –sonrío con torpeza– me siento un tanto… –se detuvo y desvió un poco la mirada.
– Hice lo que estuvo en mis manos… pero faltó un poco más… –dijo sonriendo con algo de resignación.
Algo faltaba, estaba claro, pero no sería ella quien se lo dijera a la castaña, quizá se enterara de algún modo, pero de momento sería mejor no decir nada. La veía tan perdida, quería ayudar pero no estaba segura de cómo proceder, algo si era seguro, la castaña debía darse cuenta ella misma. Si algo salía mal no dudaría en ayudarle tal como hizo en el pasado con ella, preocupándose por su pequeña, aunque no tenía por qué hacerlo.
La castaña no sabía bien por dónde comenzar. Había deseado tanto tiempo verla… se decidió finalmente.
– Las cosas con el pistolero no acabaron bien ¿sabes…? –Soltó con cierta timidez, no sabía bien por qué había comenzado así, pero la mujer sonrió un poco–. Pero… conocí a alguien más… –dijo y apenas notó lo apagada que sonaba su voz. La mujer la miró con algo de tristeza, ella sabía, sabía muchas cosas. Quizá… fuera porque desde el lugar en que ella se encontraba ya no había secretos…–…y es perfecto… –agregó sonriendo ingenuamente y luego su mirada volvió a perderse–. ¿Qué sucede…? –sintió de pronto que el peluche en sus brazos se movía levemente. Lo observó con atención, pero seguía igual que siempre. No lo entendía.
(...)
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Se mantenía acurrucada en el sillón abrazando con fuerza ese pequeño gato de peluche que tanto le recordaba a él, a pesar de que no fuera el mismo peluche que ella imaginaba sostener entre sus brazos. Llorando desconsoladamente pronunció su nombre repetidas veces – ya no volvería… él… él había… – no era capaz de decirlo en voz alta. Dolía, dolía mucho. Abrazó el pequeño peluche con más fuerza sin dejar de llorar, no fue consciente del momento en que se durmió, realmente no era importante.
Abrió sus ojos lentamente, pero… ¿dónde estaba? Miró alrededor intentando obtener una pista, pero el lugar la confundía. Estaba en medio de una pequeña habitación circular con cuatro puertas, aparentemente iguales, una al frente, una a la izquierda, otra a la derecha y una tras ella. Una extraña sensación de familiaridad la invadía. Sentía que había estado ahí antes, era como si supiera a dónde conducía cada puerta. A pesar de eso…estaba segura que era la primera vez que veía ese lugar. No recordaba otro lugar del dominio como ese en el que se encontraba en esos momentos.
Aún llevaba el pequeño peluche entre sus brazos, lo observó por unos instantes esperando alguna señal, pero nada sucedió. De pronto comenzó el frio y ella abrazó con más fuerza ese pequeño gatito, debía protegerlo.
– ¿De dónde proviene…? –se acercó a la puerta que estaba frente a ella. Tomo, no muy segura de lo que hacía, el pomo y giró suavemente. La puerta se abrió sin emitir el menor ruido y el frio desapareció. Entró a una habitación completamente blanca. Cerró sus ojos por unos segundos, cuando los abrió todo el blanco había desaparecido, en su lugar aparecieron algunas ruinas, que ella ya conocía, y grandes edificaciones. Miró hacia atrás y comprobó que la puerta por la que acababa de entrar ya no estaba. Sólo vio los árboles, la hierba rebelde que se alzaba desde el suelo decorando el lugar y más ruinas. Sonrió levemente y caminó sin un rumbo fijo. Llegó al pie de unos escalones y miró hacia arriba esperando encontrar a alguien, pero no había nadie observando desde ahí–. Sería posible… que…ella… – se dispuso a subir las escaleras cuando oyó una voz familiar.
PD: nuevo relato, pronto la continuación.
(...)
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Llegó a la pequeña sala a punto de romper a llora ¿qué se suponía que estaban haciendo?
¿Qué pretendían?, se sentía aturdida. Era uno de esos momentos en que deseaba no sentir nada o simplemente desaparecer, no era tan difícil, de seguro resultaría de maravilla, como cada vez que lo hacía… si, era una idea perfecta. Estaría sola como de costumbre pero con la certeza de que nadie vendría a molestarla con sus estúpidas actitudes idiotas, ni esas sonrisas falsas o esas vacías palabras que no hacían más que contaminar su ambiente, si realmente a nadie le importaba. –Dejen de ensuciar mi mundo– les dijo, aunque no escucharan, nunca lo hacían ¿por qué sería distinto ahora? Miró la sala con desprecio, observó las fotos colgadas en los muros ¿recuerdos? ¿Para qué conservarlos?... comenzaría de nuevo, en un lugar lejos de todo esto, sin todas esas cosas que odiaba. Sonrió ampliamente satisfecha al decidirse finalmente. –Adiós a todos, no los extrañaré, ni ustedes a mi– salió de la pequeña sala emocionada al amplio jardín, fue su primer paso. –No necesito nada de esto–dijo caminando decidida hacia la puesta de sol. –me espera un lugar mucho mejor…– se detuvo de pronto frente a un pequeño rosal. Lo miró con tristeza –a ti si te extrañaré– le confesó casi en un susurro y lo acarició con cuidado. Era tan frágil y sólo tenía esas espinas para defenderse del mundo, como la flor de aquel cuento que tanto le gustaba… –pero nunca se sabe– dijo finalmente soltando unas lágrimas y siguiendo su camino…
Fragmento...
Nunca se sabe...
(...)
PD: justo ahora te detesto...
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–Si vas a estar bajo la lluvia es mejor que uses esto– susurró en su oído el joven de cabello azul dejando frente a ella una gran hoja que él utilizaba para resguardarse de la lluvia. –debes cuidarte, sino enfermarás.
–Lo sé– dijo también en un susurro, –pero… m-me gusta mucho el agua– temblaba ligeramente al comprender que aquello que vio no se trataba de quien ella creía, aunque compartían el mismo cuerpo, no era su pequeño amigo. Entra junto a él a la casa.
– ¿Saliste sin zapatos? –le pregunta él un tanto preocupado dejando la gran hoja que llevaba con él a un lado de la puerta. La miró de pies a cabeza –será mejor que te cambies… ¿por qué hiciste eso? –Dijo acercándose a ella para verla a los ojos– ¿qué pasa? –soltó acariciando su rostro suavemente. Ella desvió levemente la mirada y respondió sin ánimos.
–N-nada importante… c-creí ver algo…–se encoge de hombros apartándose de él. Fue a su habitación, cambió sus prendas mojadas por una camiseta, algo grande para ella, que guardaba en el armario. Se recogió el pelo para no mojar la nueva ropa y volvió junto a él tendiéndose en el sillón. Él suspiró y tomó lugar cerca de ella. Estaba preocupado.
– ¿Qué viste…? –dijo acariciando su mejilla y buscando la mirada de ella. La joven se acurrucó un poco mordiéndose el labio inferior, no quería decirle, conocía la respuesta.
–No importa lo que vi… –él sonrió un poco.
–Vamos dime…–dijo acurrucándose en el sillón junto a ella. –Por cierto…estás fría… ¿no sería mejor si te acuestas?
–No quiero…–dijo girándose un poco para acurrucarse en el pecho de él ocultando su rostro– ¿podemos quedarnos así? –preguntó con timidez.
–Claro–dijo riendo levemente acariciando la cabeza de ella. Le gustaba verla de ese modo… frágil, dependiente de él, tímida. Besó su frente con dulzura. – ¿No me dirás que sucede?... –preguntó en un tono tranquilo, no quería que se sintiera presionada.
–Creí…–comenzó cerrando sus puños sobre las ropas de él, temerosa–creí v-ver a alguien…–continuó bajando su voz cada vez un poco más –p-pero no es posible q-que fuera él…–se detiene sin soltar sus ropas y lo mira –L-lo extraño…–dijo finalmente cerrando sus ojos con fuerza – pero… sé lo que me dirás… s-sé que ya no es lo mismo… pero…–comienza a temblar y no termina la frase. Él la abraza con fuerza.
–Mejor vamos a recostarnos–dice mientras la ayuda a levantarse con cuidado. Juntos se dirigen a la habitación de ella y él la cubre con las sábanas. La mira con algo de tristeza suspirando. –Ella falló… –soltó de pronto. Continuó hablando bajando la voz un poco, como si tuviera miedo de que alguien lo oyera. –…no recuerda nada–, la joven guardó silencio asimilando sus palabras y desviando levemente la mirada –no se suponía que fuera así… aquella chica de cabello rojo debió de haber logrado algo… ella tenía la llave para lograrlo… entonces… él… ¿se perdió para siempre?– quiso preguntárselo, pero no pudo decir nada, salvo escuchar lo que el peli-azul le decía –…rompí sus recuerdos…bueno… él…– se detuvo unos instantes…– quería que… fuese feliz… que no tuviese el peso de haberlo dejado… así que… se encargó de borrar todo eso…– al escuchar eso la joven sonrió de manera imperceptible mientras recordaba cómo su pequeño amigo siempre iba con su sonrisa en el rostro e implantando una en el rostro de los demás. No le gustaba que la gente estuviera triste, mucho menos que no sonriera.
–Siempre quiso feliz a todo el mundo…–dijo ella con suavidad.
–Me recuerda–continuó él–…pero no recuerda…nada del tiempo que pasaron juntos…–hizo una pausa–luego de eso....nos unimos....finalmente...somos sólo uno... – luego de decir eso tomó la mano de ella con suavidad. “Somos sólo uno” sonaba en su cabeza sin cesar, se perdió por unos instantes, no sintió cuando él le tomó la mano. Volvió al pasado nuevamente, recordando a su pequeño amigo –se ha ido… no volverá…– ella se hallaba en otro lugar, pero él siguió hablando trayéndola de vuelta –…tengo miedo…si ya no amas… a mi nuevo yo… a nosotros dos… unidos…– el joven aguardó por una respuesta mientras ella lo mira con algo de sorpresa y aturdida a la vez –…dime algo…– le dijo. La joven miró la mano con que él la sostenía y presionó con suavidad.
– ¿Cómo esperas que responda eso ahora? – dijo riendo con suavidad.
–Respondiendo…– dijo mirándola con cierto temor y presionando un poco la mano de ella.
– Te amo...y mucho... – dice ella sonriendo. Él le devolvió la sonrisa y se acomodó a su lado. –Has cambiado mucho desde que te conocí… y así me enamoré de ti… ¿por qué debería ser distinto ahora...?
–Porque… tal vez el cambio sea más brusco… no lo sé…– hace una pausa– no te enamoraste de él ¿o sí? – ella rió un poco
–No... Pero lo quise mucho...aún lo quiero... pero siempre fue un amigo para mí… nada más que un buen amigo...
–Ahora también...soy él... –ella le miró por un instante
–No te negaré que lo extraño... y que me gustaría volver a verlo... como solía ser antes, pero si él quiso las cosas así... no seré yo quien lo discuta... –dice ella suspirando y mirando el techo
–Dímelo… –le pidió él– lo que quieres decirme… dímelo… aquí estoy– ella lo miró con extrañeza, no estaba segura de haber comprendido – es distinto… has cambiado… no es como antes…–
– ¿Q-qué quieres decir...?
–Que quieres decirme....somos ambos... si tienes algo que decirme...puedes hacerlo... – la chica sonríe con cierta nostalgia y se acerca a él poniendo su mano sobre su pecho
– ¿Qué sientes ahora...?
–Tu mano...y un peso... como el que decías....cuando nos conocimos en el hospital... y pusiste tu mano así y yo puse la mía en el tuyo–dijo riendo un poco. Ella también sonrió sin quitar la mano de ahí… era él… –quizá no te he perdido…–
– ¿El peso es por ella...? –el joven asintió
–No me arrepiento de haberte...elegido a ti...nunca lo haré– dijo sonriendo y poniendo su mano sobre la de ella – pero....no recuerda nada....a veces....me gustaría decirle...por qué me preocupa tanto… pero solo la haría preocuparse en vano... –la joven sonríe un poco
–Puedes decirle algo de todos modos... sin revelarle nada del pasado... digo... decirle que es una amiga especial para ti... y... –desvía un poco la mirada y baja la voz– y...q-que la quieres... –el joven negó con la cabeza.
–No quiero...que tenga un peso como el mío en la espalda... puede ser feliz con aquel chico que la pretende... y debo estar a gusto con ello –sonríe– yo también decidí con quien ser feliz... –toma la mano de ella en su pecho y acaricia su mejilla con ella logrando que la joven se sonroje levemente y desvíe la mirada.
–Pero tú no te sentías del mismo modo conmigo... con ella era distinto... ¿por qué te quedaste...?
– ¿A qué te refieres cuando dices que no me sentía así contigo? –la chica medita nerviosa antes de hablar.
–Quiero decir... antes... tú… “alegre”... la veías a ella de un modo distinto... como yo veo… como veo al...“serio”....y cómo él me veía a mi... a eso me refería...
–Porque....siempre estuviste allí... siempre te preocupaste...de ambos... fuiste la única... que realmente quería a ambos. Nadie más... sólo tú. Nunca mostraste alguna actitud...como para desconfiar de ti... si alguna vez pareció así...solo era que yo no sabía cómo reaccionar…–le dice el peli-azul riendo levemente cubriendo su boca. Siempre hacía eso y a ella le encantaba. Se acurrucó en el pecho de él –tal vez si me quisiste como él… pero lo que sentías por el “serio” era mayor y no te dejó verlo o sentirlo…–el joven sonrió y beso la cabeza de ella.
–Si te quise como él… no hubo ni un momento en que dejara de hacerlo… hasta… hasta llegué a culparme porque no estuvieras con ella–confiesa ella acurrucándose más ocultando su cabeza mientras él reía.
–No me entiendes… te digo que...puede que me hayas querido… más que como amigo… pero mi “yo” serio...te llamaba mas la atención. –Dice tranquilamente– Recuerdo como a veces....se te notaba que te molestaba...verme con ella… en ese sentido...eres igual a mi... eres capaz de sacrificar tu felicidad… por la de otro–ella cierra sus puños sobre las ropas de él aún ocultando su rostro.
–S-sí, me molestaba v-verte con ella– quizá aún lo hace… – s-sabía lo que sentía ella por ti... y...y-…–la joven baja el volumen de su voz– n-no quería que t-te f-fueras...
–Y también te sonrojaste...cuando te mordí el labio... –al oír esto la chica se tensó por unos momentos.
–S-sí...
–Y en ese momento...era el “alegre”...no el “serio” –dice sonriendo intentando mirarla a los ojos. Ella lo mira sonrojada y completamente avergonzada mientras él acaricia su mejilla
–Siempre...nos quisiste a ambos....a uno más que a otro... pero nos querías a ambos para ti... ¿no? – se sonroja un poco más mientras asiente mordiéndose el labio inferior y cerrando sus ojos con fuerza. Él la besa con suavidad y luego vuelve a mirarla sonriente– ya nos tienes...a ambos...no tienes que olvidarte...de ninguno... –ella vuelve a morderse el labio inferior avergonzada. – ¿No olvidar a ninguno? Ambos…para ella… ¿sería así de ahora en adelante…? – ¿qué sucede? –ella desvía la mirada.
–Y... ¿c-cómo deberé ll-llamarte a-ahora...? –él sonríe.
–Como tú desees... mientras tú seas mía...y yo sea tuyo...es lo que menos importa... “alegre” o “serio”...ambos somos solo tuyos... –la joven cerró sus ojos con fuerza.
–N-no lo sé... –el joven puso la mano en el pecho de ella, justo sobre su corazón.
– ¿Qué te dice esto...?
–Q-que...realmente no i-importa el n-nombre... – él sonrió –p-pero... no quisiera e-estar como al inicio... e-en que no sabía cómo llamarte....si decirte “alegre” o no...
–Yo tampoco sé cómo llamarte... no quiero llamarte del modo en que todos lo hacen...yo quiero decirte como solo yo pueda hacerlo… pero no sé como... –ambos ríen levemente.
–Mientras no me trates a modo de "tu"...por mi está bien...
– ¿Cómo fue....que comenzaste a quererme…?–el chico sonríe levemente– ¿me cuentas? – Ella se puso un poco nerviosa y comenzó a balbucear – ¡vamos...dime!
–P-pues no lo sé precisar bien.... en un principio estaba muy confundida... sólo sé que me di cuenta... pero no podría decirte el momento exacto en que comenzó todo… v-verás –respira hondo para seguir su relato– cuando te conocí aún estaba con el pistolero....pero las cosas no estaban bien... eran sólo peleas... y tampoco le di el tiempo suficiente como para habla y comprender las cosas.... supongo que era muy joven aún... y todo se acabo...además de que era una experiencia extraña de precisar me confundía con facilidad... muchos amigos habían sido ejecutados... sólo me quedaban el pistolero y mi buen caballero... –sonríe levemente– Mi caballero siempre estuvo ahí... se preocupaba por mí y yo por él... yo estaba feliz si él estaba feliz....y él estaba feliz si yo lo estaba... hubo un momento en que creí haberme enamorado de él... pero más tarde comprendí que no era así…pero entonces ¿por qué me importaba tanto?... pues… él representaba para mí todo lo que conservaba de mi pasado… –sonríe con algo de nostalgia. Claro, muchos de los amigos de ella ya habían muerto. El pistolero y su caballero eran los únicos que aún seguían con ella, aunque ahora… su caballero ya no estaba más. Hace una pequeña pausa, dándose el tiempo de oír cómo la lluvia golpeaba fuerte el techo y las ventanas de su casa antes de continuar– luego...seguí conociendo al “serio”... y logré que confiara en mi... me gustaba eso... logré que sonriera para mi, fui muy feliz cuando vi su sonrisa por primera vez. Lo guardé como algo muy valioso... fui la primera persona que vio una de sus sonrisas o eso creo.... –sonríe– y me gustaba estar contigo.... con el “alegre”....y entonces llegó ella... –la joven relataba mientras en su cabeza iban pasando las escenas que mencionaba, como si de una película se tratara– cuando noté lo que ella sentía me aparté... eran felices juntos.... ambos igualmente ingenuos....o quizá tú más que ella–la joven rió con suavidad
–Sigue… –le pide él sonrojándose.
–Nunca me han gustado las peleas... no me pareció correcto ponerme entre ustedes... así que seguí buscando al “serio”... al menos... –la castaña baja la voz sonrojándose– al menos él estaba ...sólo...solo para mi... –el joven asiente levemente– además... me pareció egoísta...pensar en querer apartarte de ella...
–No lo necesitaste... –le dice él quitándole con suavidad el adorno que ella llevaba sobre su cabeza.
–Siempre creí... que ella podía detestarme por todo lo que pasó... –la joven desvía la mirada– cuando recién conoció al “serio” y habló conmigo...estaba muy aturdida... no confió en mí inicialmente... y me dijo "tu harás que se quede el otro porque te agrada..." –sonrió con cierta tristeza– le dije que no sería así...
–Eso...eso ya no importa...ella...ya no recuerda eso... –dijo el chico tratando de encontrar la mirada de ella.
–Me pediste que te contara... eso hago...
–Bueno… lo siento... –sonríe– sigue... por favor…
–Puuuees....la relación con el “serio” se fortaleció mucho... más que la de ella y el “alegre” –ambos jóvenes se sonrojaron– con él comencé a hacer cosas que antes no había llegado a hacer...
–Muchas cosas...
–Y....bueno...de todas formas el “alegre” lo notó....pero le hicimos creer que eran sueños... –ella se sonroja un poco más– tuve miedo de que las cosas terminaran como pasó con el pistolero… no me gusta discutir con el “serio”... –dice acurrucándose en el pecho de él ocultando su rostro– no me gusta el modo en que me mira cuando está molesto... ni como me habla...
–Lo siento... sé que pierdo un poco...el control....
–Además del daño físico que se hace... me da miedo que pueda sucederle algo más grave– él sonríe y acaricia la mejilla de ella
–Ya no... Ahora no habrá problemas así...ahora solo seremos felicidad... –ella sonríe con timidez
–Creo que eso es todo... lo último fue lo que acaba de ocurrir... cuando él me habló de la fusión de nuevo... –mira al chico insegura– t-tuve mucho miedo.... m-mucho de que todo acabara con eso....
–No dudes...aquí estoy....solo para ti... –acaricia su mejilla con suavidad–
– ¿P-por qué te fijaste en m-mi...? –le pregunta con un hilo de voz
– ¿No te lo acabo de decir? siempre… estuviste allí para mí... me llamo la atención...tu interés por nosotros... por ambos... en especial como te acercaste...al serio... como en vez de asustarte como haría cualquiera... te acercaste...y trataste de entender....
–Sé que lo dijiste.... –ella desvió la mirada sonrojada– pero me gusta escuchar esas cosas. –el joven tomó el rostro de ella con suavidad besándola en los labios, envolviéndola completamente. La castaña joven correspondió el beso olvidando todo a su alrededor. No importaba el día, ni la fuerte lluvia, ni su cabello aún húmedo. Sólo importaba él. Él junto a ella. Los dos felices, tranquilos. Nada más importaba.
Fin[?]
Ese fue el relato~... y eso~ a ver si les gusta (: y si no...pues paltita para ustedes >:(
Quizá modifique las últimas líneas :mmm: quién sabe... en fin...ahí queda ._.
(...)
Etiquetas: Como ficción, Del fluir de la conciencia~

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Siempre fue una persona tranquila, no es que ya no lo fuera, pero los años habían modificado su personalidad, los años le enseñaron a mentir, a desconfiar. La mayoría de sus rasgos no eran muy conocidos. Siempre se valía de una máscara para aparecer en escena. Si los demás supieran lo que ella quizá, serían como ella, pero el saber no era garantía. Debía cuidar cada cosa que decía, a pesar de todo esto si la ves no sospecharías todos los secretos que encierra. Desde que comenzó a descubrir cosas se sintió distinta. Apartada de todo. No sabía en quién podía confiar, muchas veces se sintió completa y absolutamente perdida, pero conoció a dos personas a las que les había confiado su vida. Las amaba mucho, lo suficiente como para protegerlos de lo que fuera y cargar con la culpa de todo sin involucrarlos, para que pudieran seguir adelante sin tener que pagar por los errores de ella… –no, no eran errores… nunca lo fueron y jamás lo serán– Si los demás supieran su historia, como ellos dos, ya habrían acabado con ella, pero ellos dos no la juzgaron, lograron aplacar la culpa que cargó durante años. De cierto modo, le abrieron los ojos. –Siempre he actuado defendiendo lo que creo… a fin de cuentas a pesar de lo que digan soy la que menos daño ha hecho, a pesar de mis “errores” –. Se hallaba en su habitación, descalza sobre su cama, era uno de sus lugares favoritos, en donde podía ser ella misma sin rendirle cuentas a nadie. Era su escondite, tampoco es que huyera o algo por el estilo, pero dentro de esas paredes podía decir lo que quisiera y hacer lo que quisiera sin dejar de considerar sus propios límites, lo sabía bien. Dentro de todas esas cosas que no quería que sucedieran había una en especial que la preocupaba bastante, ya que corría el riesgo de olvidar sus propias promesas por el hecho de dejarse llevar, por disfrutar del placer que le proporcionaba el momento. Era uno de sus grandes temores… –perder el control, ese sí sería un error–. Claro y uno que pagaría muy caro, que acabaría por lastimar a alguien que amaba mucho. Se dirigió al escritorio que quedaba junto a la ventana y observó el exterior, llovía hace horas, pero ella no lo había notado, apoyó su cabeza sobre sus manos y se quedó prendada de la ventana, observando cómo las diminutas y furiosas gotas se agolpaban contra el vidrio en un inútil intento de pasar a través de él, no pudo evitar reír. Si bien era extraño, era algo que le fascinaba. Nunca había llovido en este lugar, al menos que ella recordara, menos en donde ella se encontraba, pero era un espectáculo digno de admiración. –Agua– sonrió. El agua le recordaba a él, bueno a ellos. Era algo que tenían en común. Pero a su pequeño amigo llevaba años sin verlo. Sentía que algo le faltaba a su vida desde que él se había ido para dar paso al otro, no es que lo despreciara, todo lo contrario, lo amaba como a nadie en el mundo, pero había una parte de él que se había perdido y ella se negaba a aceptar que fuera así. Aunque él le dijera que no era su culpa, que era algo que ya estaba previsto, que sucedería finalmente. Ella se sentía responsable. Siempre se mostró amable y servicial con ella, nunca la disgustó –jamás me dirá que tengo la culpa… “sucedería finalmente” es cómo lo definiría él… además de que es mejor para nosotros…–. Seguía mirando a través de la ventana. –No negaré que lo es… ¿pero este es el precio? ¿Dejar de ver a mi pequeño y risueño amigo…?– sonrió con nostalgia, él odiaba que le llamara “pequeño”. Cerró sus ojos y volvió al pasado unos instantes.
–Hola~ hola~– saludó él desde el suelo sonriendo ampliamente como de costumbre.
–Buenas pequeño, ¿todo bien?– ella sonrió al tiempo que él se levantaba molesto.
–¡¡No me digas pequeño!!– Gritó de ese modo infantil tan característico de él y se acercó a ella –no soy pequeño, soy más alto que tú– dijo con superioridad mientras apuntaba al sombrero en forma de girasol que llevaba sobre su cabeza. Con ese sombrero lograba superarla en estatura por unos 10 centímetros. Claro que nunca fue necesario, ella siempre llevaba puestos sus zapatos de tacón alto, si se los quitara sería ella la pequeña y el girasol no sería necesario. Al oír sus palabras ella comenzó a reír con timidez.
Abrió lentamente sus ojos aún con esa nostálgica sonrisa en el rostro al tiempo que un nudo se formaba en su garganta. Detestaba esa sensación. Siguió mirando por la ventana mientras comenzaba a llorar. –El truco del agua en los ojos– se dijo con amargura intentando sonreír. De pronto… a la distancia divisó una figura. ¿Sería posible? Se puso de pie rápidamente y salió corriendo de su casa. No le importó la lluvia, ni estar descalza, necesitaba saber si era él. Miró en todas direcciones pero no vio nada. – ¿Sería mi imaginación? – no, estaba segura, lo había visto. Debía encontrarlo, era necesario, muy necesario. Trató de pronunciar su nombre en voz alta pero no lo logró. Lo mejor sería regresar a casa, la lluvia era abundante y ella salió sin nada con qué cubrirse, ya estaba empapada y no quería enfermarse. Volvió y justo antes de atravesar la puerta alguien la tomó por la muñeca jalándola hacia atrás. Fue rodeada por un brazo que ya conocía. Sonrió levemente.
(...)
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