– Espero que hayas hecho caso a las palabras que te dije… –soltó la mujer tratando de captar su atención. Fue un comentario innecesario, ella ya sabía la respuesta. La castaña fijó su mirada en ella de golpe y asintió repetidas veces.
– Claro…claro… no hice nada de eso –dijo torpemente sonrojándose un poco– no quiero… –se interrumpió de golpe y miró a la mujer algo preocupada– ¿Cómo está ella?... t-tu pequeña… ¿e-está bien…? –aguardó por una respuesta.
La mujer frente a ella suspiró.
– La más pequeña está bien –sonrió levemente contra su voluntad– pero la otra…
– ¿No fue atrapada junto a ti…? –La mujer negó lentamente con la cabeza– entonces ¿está bien…? Quiero decir… ¿v-viva…?
– No lo sé –mintió– estaba enferma… quizá siga ahí… –desvió la mirada un poco.
– Seguro que está bien –dijo tratando de animarla– si no fuera así… ya estaría contigo…
– Es un lugar muy amplio –dijo para despistarle. Sabía que si le confirmaba lo que quería saber la castaña trataría de hallar a su hija para ayudarla y por ahora eso debía evitarse. Era muy peligroso que fuera por ella–. Quizá simplemente no nos hemos encontrado aún… –soltó sonriendo con cierta resignación.
– Uhm… ya veo… –se encogió de hombros– si sé algo de ella… trataré de ayudarla –sonrió, era una promesa.
– No has cambiado en lo más mínimo –dijo la mujer sonriendo– sólo… ten cuidado… – La castaña asintió sonriendo un poco. Claro que lo tendría, siempre había sido así, era muy cuidadosa con cada cosa que hacía. Por eso había logrado mantenerse por tanto tiempo. La mujer sonrió un poco más ante el gesto de la castaña y luego se levantó lentamente sin quitarle la mirada de encima– tienes que ser fuerte… las cosas han de complicarse bastante, pero si eres fuerte lograrás sobreponerte a todo –dijo cogiendo una gema azul, como las que ella misma solía utilizar, comprendió entonces que su amiga se marcharía. Luego le dirigió una significativa mirada al pequeño gato de peluche que la castaña no comprendió.
– ¡¡E-espera!! –Exclamó– ¿Q-qué quisiste dec… –su réplica se vio interrumpida por el repentino movimiento del gato que se zafó del abrazo sin problemas. Ella contempló atónita al felino – ¿pero cómo…? – vio como éste se alejaba sin siquiera mirar atrás, no podía permitirlo, no sabía por qué, pero debía mantenerlo junto a ella. Se levantó rápidamente mirando alternadamente al gato y a la mujer– yo…
– No te preocupes… haz lo que debas… espero nos veamos pronto –dijo su amiga y sonrió un poco sin darle tiempo de responder utilizó la gema creando un portal por el cual desapareció. La castaña volvió la mirada hacia el lugar por el que el felino había huido pero ya no lograba verlo. Sintió que su pecho se oprimía y que en su garganta se formaba un nudo– ¿por qué…? –Rápidamente echó a correr buscando con la mirada–. Lo he perdido… –quiso llamarlo, pero desconocía su nombre. Se detuvo de pronto y miró alrededor, ¿cómo saldría de ahí? La puerta había desaparecido. El nudo en su garganta se hizo insoportable, instintivamente cubrió su rostro y las lágrimas comenzaron a salir. No le gustaba lo que sentía. Trató de detenerlo, pero no pudo en primera instancia. Respiró hondo cerrando sus ojos con suavidad–. Saldré de aquí… –oyó el golpe seco de una puerta al cerrarse y cuando abrió sus ojos comprobó, con alivio, que estaba de vuelta en aquella circular habitación. Sonrió levemente limpiando su rostro, el nudo en su garganta aún no desaparecía, pero al menos ya era más llevadero. Se fijó bien en la puerta frente a ella, ya no lucía igual. Ahora lucía completamente gastada, frágil, como si los años la hubieran desgastado. Pero ¿qué importaba eso ahora? Debía recuperar su gato. Se giró y contempló las tres puertas. Primero ingresó por la puerta frente a ella, luego salió por la misma que ahora ofrecía ese gastado aspecto. Optó por toma la puerta a la derecha de esa. Apareció frente a un pequeño lago. Uno de sus lugares favoritos en Carnivale. El lugar lo conocía a la perfección, era un pequeño refugio que compartía con el chico de cabello azul en algunas ocasiones, pero él no estaba por ahí en aquel momento. Nuevamente la presión en el pecho y el nudo en la garganta se intensificaron, conforme avanzaba hacia el lago, se detuvo por un momento, temía perder el control de sí misma y no recuperar lo que buscaba. Quiso llamar al chico de cabello azul pero su voz no logró salir de su boca. Tratando de conservar la calma se sentó sobre la hierba sin quitar la vista del lago, esas estancadas y tranquilas aguas la hipnotizaban. Se identificaba con ellas. Si pudiera dejar de ser lo que era, seguramente sería como aquel lago. Respiraba con cierta dificultad, era una sensación muy molesta así que hizo lo posible por ignorarla.
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